Si bien podría haber condiciones para la instalación de un periodo extraordinario de sesiones en el Congreso -incluída la búsqueda de liberación de culpas y cierta presión pública- aún falta mucho por consolidar. De entrada está la negociación de qué temas se discutirían, ya que durante el extraordinario sólo pueden discutirse los asuntos para los cuales la Comisión Permanente convocó. Públicamente, actores de varios partidos han mencionado la posibilidad de dar trámite en periodo extraordinario al nombramiento de consejeros en el IFE, reforma política, laboral y Ley de Seguridad Nacional.
Otro factor importante a considerar es que algunos de estos asuntos llevan un rato atorados simplemente por la falta de acuerdo entre los distintos grupos parlamentarios, y para convocar a un periodo extraordinario es necesario que las comisiones respectivas -que siguen trabajando- dictaminen las iniciativas que les corresponden.
Finalmente, un hecho que no puede dejar de considerarse como posible freno a la instalación de un periodo extraordinario es el arranque de las campañas para las elecciones que habrán de llevarse a cabo este verano. Si bien las tendencias anticipan que difícilmente habrá sorpresas en dichos procesos, si el periodo extraordinario es percibido como una amenaza real para el golpeteo electoral, podría ser una razón más para quien va a la cabeza en dichos procesos para no desear un periodo extraordinario, o bien, para atrasar su instalación.
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