El domingo pasado se concretó un escenario anticipado: la Comisión de Garantías del PRD anuló la elección para la presidencia de este instituto político. Los dos principales, ahora, ex-candidatos protestaron agriamente la resolución y cruzaron acusaciones por las irregularidades que la provocaron. La anulación de este proceso interno representa un duro golpe para la imagen del partido del sol azteca y se da con un timing desfavorable para su consulta sobre la reforma energética. Sin embargo, es importante tener en cuenta que:
* Aunque provienen del mismo proceso electoral, los resultados del Consejo y del Congreso Nacional del PRD quedaron en pie. Esto, a pesar de ser inconsistente, provee un marco institucional y de legalidad para la operación del partido y la definición de la elección extraordinaria por venir. Será el Consejo Nacional quien acuerde la fecha para los nuevos comicios –en una convocatoria emitida dentro de los 30 días siguientes de la resolución de anulación.
* Con el tiempo a su favor, por contar con Acosta Naranjo en la presidencia provisional del partido, Ortega ha declarado su intención de impugnar la decisión de la Comisión de Garantías ante el TEPJF y los suyos han manifestado que en todo caso un nuevo proceso debería ser programado para después de los comicios legislativos del 2009. Por el contrario, los de Encinas están por la definición de una fecha cercana y ponen en cuestionamiento la continuidad de Acosta.
* La dilación en la decisión de la Comisión de Garantías dio tiempo a las dos partes para encontrar acuerdos que permitan evitar el rompimiento –la elección en cuestión se llevó a cabo el 16 de marzo pasado. A pesar de la estridencia declarativa, los signos y los incentivos siguen apuntando a que se mantenga el matrimonio incómodo entre chuchos y amlistas/encinistas.
* El próximo Congreso Nacional es el foro en que las corrientes del PRD podrían adoptar mecanismos para procesar mejor sus diferencias. La falta de un caudillo todopoderoso –la elección anulada mostró que AMLO pesa, pero no lo puede todo- es un incentivo en este sentido. En lo electoral, la repetida inhabilidad perredista para realizar elecciones abiertas sin visos de fraude hace viable la transición hacia un método cerrado –e.g. asamblea con delegados. Veremos si el PRD convierte esta crisis en un avance para lo institucional.
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