Las elecciones trajeron múltiples derrotas al PRD. Durante el proceso electoral, las corrientes del partido se polarizaron y las virtuales coaliciones con el PT y Convergencia derivaron en una ruptura de facto al interior del partido. Como consecuencia inmediata de lo anterior y una vez asumidos los costos electorales que la dejaron como una débil tercera fuerza en la LXI legislatura, Jesús Ortega tomó la decisión de expulsar a los disidentes comandados por López Obrador. Además de Iztapalapa, el PRD perdió los municipios mexiquenses de Ecatepec y Cd. Nezahualcóyotl que representan, junto a la delegación capitalina, más del 20% de la población de la ciudad de México y su área metropolitana. El escenario del partido de la revolución democrática no podría ser más sombrío: si se consuma la expulsión de López Obrador, el partido tendrá un par de años para reconstruirse y superar la ruptura, intentando posicionarse como una izquierda moderada; mientras tanto, el único personaje visible del partido con posibilidades de contender por la presidencia en 2012, Marcelo Ebrard, quedó en medio del “fuego amigo”, intentando sortear el conflicto para no perder la oportunidad de contender por la máxima magistratura.
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