La reasignación de partidas que caracteriza la intervención de los diputados en el proceso presupuestal muestra donde están las simpatías y las animadversiones de nuestros políticos. Hubo más recursos para las dependencias y entidades en manos de príistas, así como para las que canalizan recursos a los estados o a los sindicatos príistas y perredistas. Pero los órganos autónomos, particularmente aquellos que sirven de contrapeso a los políticos (como la Suprema Corte, el IFE, y la Comisión Nacional de Derechos Humanos), se vieron castigados. La lección es simple: los políticos pueden premiarse. Y también pueden castigar a sus fiscales y jueces (ver sección Encuestas).
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