Los gobernadores del PRI hicieron sentir su peso en la negociación del Presupuesto de Egresos de la Federación. Obtuvieron transferencias históricas y prácticamente sin controles, aceitando la maquinaria para ganar 15 elecciones locales, incluyendo 10 para renovar gubernaturas; y demostraron que el control del partido –y de la Cámara de Diputados vía su mayoría blindada– está en las capitales de los estados.
En otro tiempo, el PAN hubiera celebrado este giro, un federalismo que se impone al Ejecutivo Federal. Sin embargo, el PAN es ahora el que denuncia y lamenta la opacidad de este nuevo federalismo radical e incluso reversible: por ahora, los gobernadores quieren un Gobierno Federal débil, pero es probable que el PRI cambie de opinión en 2012.
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