El 21 de enero pasado se anunció la ruptura del Partido Nueva Alianza (PANAL) con el PRI para las elecciones de este año. El PRI, privilegiando la unidad de partido, tomó una decisión que le costará alrededor de 442 mil 716 spots en radio y televisión (30% de los espacios oficiales que le correspondían al PANAL), la pérdida de un aparato de movilización electoral importante y un porcentaje de votación indefinido aún. Ante la progresiva pérdida de puntos en encuestas que ha sufrido Enrique Peña Nieto, aún sin haber empezado la contienda electoral, estos recursos podrían llegar a ser fundamentales de cerrarse la competencia y, ciertamente, benefician a los candidatos de las otras fuerzas electorales.
La ruptura PANAL-PRI fue una de las herencias indeseables de Humberto Moreira. Sin embargo, el error transciende al ex Presidente del PRI y se basa en la decisión previa a ir en alianza con el PANAL. De hecho, parte de la selección de Moreira como presidente del PRI se fundaba justo en tener un eslabón de comunicación sólido entre el partido y Elba Esther Gordillo. Su ruptura, entonces, evidencia simplemente el inicio de la operación cicatriz frente a la rebelión interna regional que el PRI estaba sufriendo en entidades como Chiapas y Sinaloa por el reparto de candidaturas. Por otro lado, si el partido ha de ganar en términos de imagen dado el costo que implicaba tener a Gordillo como aliada, tendrá que distanciarse tajantemente de ella, pues en las primeras declaraciones de algunos de sus miembros no parecen haberlo hecho del todo. El titubeo deja entrever toda la dimensión de la relación.
Ante la negativa pública de Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard (PRD) y Gustavo Madero (PAN) de ir con Gordillo hacia la elección presidencial, la cuestión central para el PANAL será cómo obtener el mínimo 2% de votos requeridos para asegurar el registro como partido político. Al respecto, con tal de mantener su impacto electoral es fundamental una correcta determinación de su candidato presidencial. De lograrlo y llegar inclusive a números superiores a 4% del voto, la elección serviría de efecto demostración del poder detrás de Gordillo. De perder el registro el PANAL en los comicios próximos, sin embargo, la Presidenta vitalicia del SNTE seguiría siendo un actor clave en la vida política del país en la medida en que su poder real continúe estando en la coerción al ejercicio de gobierno de los ejecutivos federal y estatales. Dicho eso, parece evidente que, excepción hecha de un extraordinario desempeño electoral del PANAL, los días del SNTE en su situación actual están contados.
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