La consulta ciudadana sobre la reforma energética realizada el domingo pasado es referida como un éxito por sus convocantes y como un fracaso por sus detractores. No sabemos con certeza si la participación ciudadana en el Distrito Federal y las otras 9 entidades suma más de un millón de votantes, o si el proceso fue conducido con el orden y transparencia necesarios. Lo que deja claro este ejercicio ciudadano convocado por el PRD y patrocinado por el Instituto Electoral del Distrito Federal es que:
* La consulta energética sirve al PRD como un instrumento de presión al gobierno, a través de la opinión pública, para no aprobar la iniciativa de reforma petrolera propuesta por el Ejecutivo Federal. Esto le permite a la parte negociadora del PRD sentarse a la mesa con los legisladores del PAN y del PRI con una carta más fuerte.
* El PRD apostó por la consulta como un medio de discusión y debate paralelo al que se está llevando a cabo en el Congreso. Si no le fuera posible ganar la batalla energética en el Legislativo, al menos podría justificar haberla ganado en la opinión pública.
* La metodología, rigor, transparencia y participación de la consulta son todos secundarios para la fracción amlista del PRD. El verdadero objetivo es generar un ambiente mediático que coloque al tema energético en un espacio central en la opinión pública y, sobre todo, legitime las acciones de movilización y resistencia civil ya anunciadas por López Obrador.
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