La semana pasada el Secretario del Trabajo, Javier Lozano, reavivó la discusión en torno a una reforma laboral. Lo curioso es que la dinámica política del año, con las elecciones legislativas tocando puerta, no favorece acuerdos en un tema tan polémico. La discusión se remonta a principios del 2008, aunque es importante aclarar que la reforma laboral de la que habla Lozano se limita a temas muy técnicos –como fortalecer las facultades de la Secretaría para clausurar establecimientos inseguros y declarar inexistentes algunas huelgas– y de poco impacto en la flexibilización de los mercados laborales o en los grandes sindicatos, que son las medidas que realmente impulsarían la competitividad del país. Por otra parte, el programa contra-cíclico de Calderón contempla varias acciones laborales, enfocadas en crear y aumentar diversos tipos de apoyos y subsidios. Con la crisis económica y la etapa electoral, necesariamente aumentarán los conflictos del sector laboral. A pesar de la intención del Secretario de promover una reforma del sector, el gobierno parece estar enfocado en sus nuevos subsidios laborales y en mantener la fiesta en paz con los sindicatos, tomando en cuenta que ni siquiera antes de la crisis se contemplaban seriamente reformas ambiciosas.
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