En días pasados, el gobierno federal delineó varios planes de acción desde las diversas secretarías de Estado, entre ellas la de turismo, respondiendo –o intentando responder- a las recientes contingencias meteorológicas que afectaron al país. Se dio la instrucción para disponer recursos y diseñar una campaña de promoción para el estado de Guerrero, con el fin de reactivar la actividad económica de este popular destino. Sin embargo, más allá de cualquier estrategia de marketing, está la necesidad de plantear una política integral de turismo, dado que lo sucedido con Ingrid y Manuel mostró lo poco preparado que se encuentra el gobierno para este tipo de emergencias, además de las deficiencias en obras públicas monumentales como la Autopista del Sol.
Si bien el mayor peligro para los turistas era la inseguridad, hoy, en ciertas regiones, la infraestructura también debe ser considerada como tal, ya que es endeble y mal planificada. Pocas veces se lleva a cabo una política de evaluación de proyectos, además de que los estudios técnicos que se realizan para la construcción de obras son deficientes. México necesita atraer inversión de manera inteligente, tener más aeropuertos, mejores carreteras, trenes, puertos industriales y una capacidad de movilidad que haga que los turistas no sólo se hospeden en los lujosos hoteles “todo incluido”, factor que genera una mucho menor derrama económica para el país comparada con la que se tendría si su capacidad de movilidad dentro del territorio fuera mayor. Es tiempo de preguntarse qué tipo de turismo quiere atraer México y con qué cuenta para ello.
Para que los turistas se desplacen en el país sin perder miles de horas en el trayecto, se debe tomar en cuente el estado deficiente de las carreteras, producto de que la mayoría de las veces las administraciones quieren colgarse la medalla al final de su gestión. Un caso es el de Felipe Calderón y sus Contratos Plurinominales de Conservación de Carreteras, cuyo fin era asegurar la continuidad de los trabajos y reducir costos de contratación. Sin embargo, la misma Secretaría de Comunicaciones y Transportes canceló en el 2013 al menos 16 proyectos de mantenimiento carretero (en el cual se incluye Guerrero). Los planes nacionales de infraestructura también lucen siempre ambiciosos al principio de cada sexenio. El gobierno federal contempla para este sexenio la construcción de 15 autopistas, 29 carreteras, 16 libramientos, 3 trenes de pasajeros, 7 puertos, 7 aeropuertos e, inclusive, ha propuesto relanzar el tren de pasajeros. Para poder ser líderes en el sector turismo, que representa la tercera fuente de ingresos del país, se necesita tener además competencia en otros sectores, como el aéreo, ya que los altos precios de los vuelos comerciales, al igual que los oligopolios de taxistas que se encuentran en las zonas hoteleras y aeropuertos, descincentivan al turismo.
En cuanto a políticas de desarrollo sustentable de turismo, es necesario incrementar la vigilancia de la legislación ambiental, principalmente en los polos turísticos de playas del país. Además, no se ha logrado establecer un sistema de organización y coordinación flexible y eficiente para adaptarse a las nuevas necesidades del país y a las condiciones del mercado. Esto afecta a la competitividad del país y si no hay un cambio de fondo, es probable que México siga cayendo lugares entre los países que más ingresos obtienen derivado de la actividad turística. Mientras siga habiendo opacidad en la otorgación de contratos y licitaciones para infraestructura, al igual que en el ejercicio del gasto público destinado a este rubro, todo esfuerzo por promover los destinos turísticos será insuficiente para un sector que tiene un potencial incalculable.
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