Salud y desigualdad

Salud

En México todo está puesto para que la desigualdad perdure y crezca –desde el sistema de justicia donde tener dinero hace toda la diferencia, hasta el abismo que existe entre la mejor y la peor escuela. Pero quizás el tema más delicado, por tratarse de la vida misma, es la desigualdad en los servicios de salud.

En la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares, 25% de los encuestados considera que no recibieron atención médica oportuna por razones económicas. Además, sabemos que, aun cuando se gasta 6.15% del PIB en salud, el gasto de bolsillo supera el 50%. Si en México no empezamos a cambiar las reglas del juego y a debatir qué tipo de país queremos, tanto la desigualad como la percepción de desigualad permanecerán.

Uno de los temas que cada vez cobrará más importancia es la libertad (o no) de prescripción que puede tener un médico con un paciente.

La libertad de prescripción establece que los médicos deben prescribir lo que les parezca más apropiado para la salud del paciente. Sin embargo, esto entra en conflicto con el hecho de que exista una lista con los medicamentos que se pueden prescribir en instituciones de salud pública.

México no es el único país que ha enfrentado la tensión entre los derechos de los pacientes, los derechos de los médicos y los recursos limitados del Estado. Por ejemplo, en Chile y Colombia, si los médicos consideran apropiado un medicamento fuera de la lista oficial hay mecanismos para recetarlo y pagarlo vía esquemas de copago o de descuentos. En Singapur se pueden prescribir todos los medicamentos legalmente aceptados y el paciente tiene una asignación monetaria anual, después de la cual se incurre en gasto de bolsillo. En resumen, hay muchas opciones.

La libertad de prescripción es un tema escabroso porque va de la mano con cómo gasta el Estado, a qué le da prioridad, qué criterios éticos utiliza cuando hay recursos limitados y qué implica tener pacientes que conocen todas sus opciones versus pacientes a los que no se les presentan todas las opciones porque el Estado no cuenta con recursos.

Hace 100 o incluso 50 años, este no hubiera sido un tema relevante. Primero, porque las opciones médicas eran mucho más limitadas y, segundo, porque la información sobre tratamientos estaba mucho mas restringida. Pero hoy, no nada más hay muchas más opciones sino que la información no se puede ocultar. Si un paciente tiene una enfermedad y el médico le prescribe un medicamento por ser el de “la lista”, este está a 5 minutos de encontrar en Internet toda la información sobre las opciones que hay y que no le fueron ofrecidas.

México podría tener un sistema de salud pública con una regulación moderna, transparente y que maximice los recursos públicos y disminuya la desigualdad. Pero lo primero es que nos lo pongamos como meta.

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