Sigue creciendo la violencia y la impunidad en torno a las disputas del crimen organizado. En una semana terrible, en Sinaloa ha habido más de 40 ejecuciones (alcanzando a menores), con una situación de rehenes en un centro comercial de Mazatlán y autos bomba detectados en Culiacán. Mil doscientos efectivos de la PFP reforzaron la presencia federal en esa entidad. Los diferendos entre el Chapo Guzmán y los Beltrán Leyva, y la confrontación con las acciones gubernamentales siguen escalando (algunos analistas optimistas señalan que el gobierno está cerca de capturar al Chapo). En el D.F., en unas cuantas horas se registraron cuatro ejecuciones. En Tamaulipas y Michoacán y en otras regiones del país la cauda de muerte del crimen organizado no cesa. Ya en lo insólito, se interceptó en Oaxaca ¡un submarino! Las primeras informaciones señalan que traía un cargamento de cocaína. Esta lucha está en un momento clave: los cárteles han dado duros golpes, siembran temor entre las corporaciones policíacas locales y son dueños de la economía de casi un centenar de municipios; sin embargo, los ajustes en el mercado de las drogas, la fragmentación de los grupos criminales y sus luchas intestinas, abren la oportunidad para que la acción estratégica y coordinada de las autoridades, guiadas por la inteligencia policial, reduzcan la capacidad de operación y de violencia de los cárteles.
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