Aunque hoy nadan en dinero y mandan en sus respectivos mercados, en los próximos años el cambio tecnológico, la competencia y la regulación pondrán a prueba a las dos empresas líder de las telecomunicaciones mexicanas: Telmex y Televisa.
El problema de Telmex se refiere a la cada vez menor viabilidad del modelo de negocios de la telefonía tradicional ante el reto del Internet. The Economist lo puso en pocas palabras cuando tituló una de sus portadas del 2005: “How the Internet killed the phone business.†Como otras grandes empresas Telmex ha buscado resolver el dilema de la decadencia de la telefonía tradicional montándose en el vagón del Internet, pero la canibalización de sus ingresos telefónicos ha sido más acelerada de lo esperado y su control del mercado de Internet de banda ancha no es tan grande como lo fue –y sigue siendo- en la telefonía tradicional. De hecho Telmex enfrenta a varios competidores en banda ancha residencial; y en banda ancha empresarial Telmex no es –ni siquiera- el jugador principal del mercado (éste sería Avantel). La nueva apuesta de Telmex será utilizar su red para prestar servicios de video y empaquetarlos con sus ofertas disponibles de telefonía e Internet de banda ancha ofreciendo a sus clientes un atractivo paquete triple de servicios (triple play). Incluso, posteriormente podría asociarse con su hermana Telcel para ofrecer un irresistible paquete cuádruple (cuadruple play), que añadiera telefonía móvil en el mismo recibo.
Pero aunque tiene mucho para tener éxito, el reto de Telmex no se antoja fácil. Adaptar la red para prestar servicios de video cuesta caro. Para que el video resulte exitoso, Telmex necesita conseguir contenidos atractivos para su clientela, de preferencia exclusivos. La competencia tampoco se antoja sencilla. Los cableros son sus competidores más probables. Al igual que Telmex controlan la última milla que permite el acceso directo a los clientes, a diferencia de Telmex ellos entienden mejor el mercado del video. La regulación es otro obstáculo para Telmex, puesto que actualmente esta impedido de distribuir video por su título de concesión. Para entrar al nuevo mercado tiene que modificar ese título (sentando un precedente que podría abrir la caja de Pandora). Más aún, la Comisión Federal de Competencia se ha pronunciado recientemente por condicionar el triple play de Telmex a que interconecte su red a la telefonía de los cableros y les de una ventaja previa de dos años en el nuevo mercado empaquetado.
Televisa es una empresa que ha mostrado un vigor notable en los últimos años. Pero, su modelo de negocios también se encuentra amenazado por el Internet y las nuevas tecnologías. Los programas de televisión son extremadamente vulnerables a la piratería, un arte malvado que parece florecer en México y que cobrará mayor relevancia en la medida en que el video se digitalice y se distribuya por Internet. El Internet mismo esta robándose las audiencias tradicionales de la televisión, afectando sus ingresos publicitarios. Ante los riesgos apuntados, la apuesta de Televisa también pasa por abrazar el Internet y entrar al juego de empaquetar servicios de video y telecomunicaciones. La fortaleza de Televisa en materia de generación de contenidos atractivos para las audiencias de habla hispana le dan una ventaja frente a las telefónicas. Pero Televisa todavía no cuenta –salvo por la ciudad de México- con el control de la última milla que lleva a los usuarios servicios de telecomunicaciones. Su capacidad de jugar al triple play es limitada, y superarla requerirá cuantiosas inversiones. Televisa también enfrenta barreras regulatorias que frenarían su entrada a los nuevos mercados: una ley arcaica que resta valor y flexibilidad a su espectro de radiodifusión; una Comisión Federal de Competencia que –en el pasado- se ha mostrado capaz de frenar sus alianzas y su entrada a nuevos mercados.
La siguiente década verá una profunda transformación en la industria mexicana de las telecomunicaciones. La tecnología, la competencia y la regulación jugaran un papel destacado en la conformación de este nuevo mundo, en el que ninguna empresa, ni las siquiera las dos mayores, tienen asegurado su futuro.
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