Una mirada a lo local: el DF en piloto automático

PVEM

El domingo 27 de mayo, los capitalinos pudieron ver y escuchar el primer debate entre los candidatos a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. En términos generales, Miguel Ángel Mancera (Movimiento Progresista), Beatriz Paredes (PRI-PVEM), Isabel Miranda (PAN) y Rosario Guerra (PANAL), protagonizaron un evento parco, con muchos problemas para mantener la atención de la audiencia y con pocas cosas que comentar (salvo, por cierto, la mención que se hizo de los datos sobre transparencia y fiscalización incluidos en el Ranking de normatividad estatal del gasto público que realizó CIDAC en 2011). En este ejercicio, a diferencia de los debates de 2000 y 2006, más que la discusión en el plano político, reinó el planteamiento de cuestiones técnicas para la solución de los problemas de la Ciudad de México. En principio, esto pudiera ser una buena noticia, ya que las descalificaciones (en cualquier caso presentes) pasaron a segundo término. Lamentablemente, los planteamientos fueron muy pobres y dejaron ver la escasez de propuestas innovadoras. En sí, se pudieron ver dos proyectos: uno de continuidad enarbolado por Mancera, y otro… de continuidad postulado por las otras tres candidatas. Siendo tantos los conflictos en materia de vialidades, movilidad, inseguridad y abasto de agua, la falta de imaginación de los candidatos en poner sobre la mesa nuevas opciones de solución es, por lo menos, desalentadora. La pregunta entonces es, ¿por qué, a pesar de los problemas de la ciudad, quienes aspiran a gobernar la capital de la República –y, de hecho, la mayoría de los electores- parecen permanecer inmóviles ante la continuidad?
El Partido de la Revolución Democrática comenzó a gobernar la Ciudad de México en 1997. Durante ese primer periodo de gobierno, el cual sólo duró tres años, Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles lograron cooptar las redes corporativas y clientelares que formaban parte del PRI. A partir de 2000, Andrés Manuel López Obrador, quien había ganado el GDF por menos de 50 mil votos (1%) al panista Santiago Creel, se enfocó en consolidar estas redes a través de un aumento considerable en el gasto social (y más específicamente en las transferencias directas como las pensiones a la tercera edad). En 2006, Marcelo Ebrard logró cosechar esos frutos y ganó la elección con una ventaja de más de 19 puntos (900 mil votos) sobre Demetrio Sodi (PAN). El actual mandatario capitalino no sólo logró mantener a la clientela habitual de su partido sino que logró apelar, casi por completo, a todo el segmento de la clase media (alta y baja). Dado lo anterior, no es de sorprenderse que su gobierno presente niveles de aprobación de 67% (Reforma, abril 2012). En 15 años, la izquierda, con todo y sus diferencias, escisiones y hasta ex abruptos (como el de Rafael Acosta “Juanito” en Iztapalapa), ha consolidado su bastión en el DF.
En este sentido, desde el inicio de la contienda, Mancera ha mostrado una clara ventaja en todas las encuestas electorales. Tomando esto en cuenta, se habría esperado que en el debate el resto de las contendientes atacaran al candidato puntero. Sin embargo, más allá de un par de comentarios de Isabel Miranda, ese golpeteo no existió. Lejos se estuvo del acalorado intercambio de golpes políticos que se observaron en el debate de 2000 entre los entonces candidatos Jesús Silva Herzog (PRI) y Andrés Manuel López Obrador (PRD), quienes en algún momento del evento se dedicaron a “concursar” sobre quién tenía el pasado menos salinista de los dos. Ya en 2006 se avisoraba una decadencia en el debate político apasionado cuando Ebrard, Sodi y Paredes pocos rasguños se propinaron. En el debate de este año, tal vez el cálculo fue que ante una fuerza clientelar y corporativista como la que tiene la izquierda en la capital, atacar desde el aspecto político habría sido una mala estrategia. Aparentemente, no le queda de otra a la oposición más que debatir desde el aspecto técnico, en donde todos los candidatos flaquean. El mismo Mancera, ex procurador capitalino y, sin duda, un especialista en temas de justicia, no se maneja con tanta comodidad fuera de esa esfera temática. Sin embargo, el piloto automático que ha activado la izquierda en el Distrito Federal parece estar calibrado con la suficiente potencia para llevar al triunfo a su candidato, con todo y sus titubeos e inexperiencia política.

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