Como se mencionó la semana pasada en este espacio, Josefina Vázquez Mota se ha enfrentado a múltiples dificultades que tienen consecuencias, no sólo en el ánimo de los electores, sino en el de su equipo de campaña y los militantes del partido. Un equipo de campaña que se ha mostrado inexperto en ciertos temas; un Presidente Calderón que ha buscado adueñarse del partido y que ha desatado, en parte, la revuelta interna, y resultados poco alentadores en las encuestas, son algunos de los problemas que se le han presentado y que se retroalimentan entre sí. Parte del problema reside en su propio equipo, pero parte también refleja el desgaste de doce años de gobierno que inevitablemente experimenta cualquier partido político.
En primer lugar, Vázquez Mota dedicó mucho tiempo y energía en cerrar las fracturas generadas por el proceso interno de selección de candidatos. Afortunadamente para ella, la reciente decisión de la Comisión Nacional Electoral del PAN de anular los resultados de las contiendas de Chihuahua y Veracruz son una muestra de que la labor de solucionar los conflictos internos ya no sólo radica en ella. Sin embargo, el tiempo perdido no es recuperable y las soluciones dadas son parciales, pues mientras se solventan las crisis en algunos estados, surgen nuevas, como es el caso del Distrito Federal. En este último, las fracturas no sólo se dieron entre militantes de diversos grupos sino al interior de los mismos, por ejemplo el caso de la delegación Cuajimalpa en donde personajes identificados con la candidata presidencial competían por la delegación. Estas disputas son reflejo de que los panistas empiezan a ser conscientes de que el tiempo está corriendo y la distancia entre su candidata y Peña Nieto no disminuye tan rápido como ellos querrían. Aún los resultados de la encuestadora que mejor posicionaba a la candidata panista muestran en su último levantamiento que la distancia entre ella y el puntero es todavía de once puntos (encuesta GEA-ISA, 20 de marzo). Bajo este escenario, conforme crece la probabilidad de que los panistas no tengan acceso a los puestos de la administración pública federal, aquellos de elección popular se vuelven más codiciados.
Como se puede observar, los problemas a los que se enfrenta Vázquez Mota se retroalimentan: malos resultados en las encuestas fomentan luchas de poder al interior del partido, que afectan la cohesión del mismo y su imagen al exterior, lo que a su vez provoca que lo votantes indecisos que se habían resuelto por la candidata panista regresen a su posición de indecisión y disminuyan sus puntos en las encuestas. Y se repite el círculo. Lo que debe de preocupar a los panistas es que el tiempo apremia y una vez iniciadas las campañas los candidatos sólo tiene un par de meses para colocarse como punteros. Es fundamental para Vázquez Mota romper con el círculo problemático en el que está inmersa si quiere tener una posibilidad real de ganar la Presidencia.
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