Los comicios internos del PRD desembocaron en el peor escenario posible para los perredistas: una votación cerrada con acusaciones cruzadas de fraude entre amlistas y chuchos. Los dos grupos buscan ahora una salida que les permita dirimir al vencedor de la contienda y evitar el fiasco de anular la votación del pasado 16 de marzo o de tener que llegar ante el “ilegítimo” Tribunal Electoral. La amenaza de ruptura sigue latente, aunque ambos bandos parecen perder más de que lo que tienen por ganar si ponen fin a su matrimonio disfuncional. No hay que olvidar que la historia del PRD es una de conflicto que, sin jamás superarlo, no le ha impedido mantener su unidad.
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