El debate migratorio en Estados Unidos había corrido con buena suerte. Los candidatos más severos y anti-inmigrantes poco a poco fueron quedando al margen de las contiendas por la candidatura de los dos partidos mayores. En el partido republicano, donde se habían escuchado los discursos más estridentes contra los inmigrantes, se consolidó el casi seguro triunfo de McCain, a quien algunos apodan “Mr. Legalización”. En el partido demócrata, Hillary Clinton y Barack Obama descubrieron que triunfar significaba cortejar el voto latino, y coquetear con los inmigrantes. Pero el discurso anti-inmigrante puede resurgir ahora que las primarias se mueven a estados más conservadores en lo cultural, y que Calderón llega a hacer una pasarela por EUA que no puede sino recordarle a los estadounidenses que estos inmigrantes son bien extranjeros. Ahora viene el proceso complicado de afianzar la nominación para McCain (lo que le implicará cortejar a la parte conservadora de su partido) y de evitar una fractura en el partido Demócrata. La elección norteamericana todavía tiene un buen trecho que recorrer y es demasiado temprano para llegar a conclusiones relevantes sobre los temas que le importan a México.
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