Ante el fuerte rechazo de López Obrador a los acuerdos legislativos con el PRI y el PAN, el PRD está llegando a un punto de quiebre. La postura de AMLO no admite medias tintas, Jesús Ortega y su corriente solo puede subordinársele y adoptar definitivamente la línea política que marque el líder. Los dos llaman a la unidad del PRD, pero ésta sólo es posible bajo un liderazgo. Cuando todo anunciaba que el PRD se le iba de las manos, López Obrador dio un manotazo en la mesa y mostró sus cartas: dos minipartidos de izquierda, el gobierno de la más grande y rica ciudad del país, el bejaranismo y el encinismo. Ya en los primeros rounds por la reforma electoral mostró que puede arrebatarle a Ortega el control de la mitad de sus diputados. Habrá que ver para que más le alcanza.
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