La declinación de Manlio Fabio Beltrones a la candidatura del PRI a la presidencia no es sorpresa. No sólo porque las encuestas favorecen abrumadoramente a Enrique Peña Nieto, sino porque además, desde el principio todo parecía pactado para su designación como candidato. Sin embargo, la reciente impugnación del método de selección del candidato priísta ante el Tribunal Electoral por favorecer a uno de los precandidatos, aunado a ciertas frases de reclamo en el discurso de declinación de Beltrones, desatan algunas dudas sobre la tan proclamada unidad al interior del PRI. Beltrones dejó libre el camino para Peña Nieto, pero no sin antes evidenciar su descontento con la dirigencia del partido y su rechazo a ciertas prácticas de la mancuerna Peña-Moreira -como la alianza con el PANAL y el PVEM. Pareciera entonces que la declinación de Beltrones respondió más al reconocimiento de que ya no tenía nada que ganar, que a un proceso de negociación al interior del partido.
El posicionamiento de Peña Nieto y López Obrador como candidatos únicos de sus respectivos partidos desata el debate respecto a si les será o no posible hacer uso de las prerrogativas electorales -particularmente spots de radio y televisión- durante los tiempos de precampañas marcados por el Instituto Federal Electoral (IFE). Ambos partidos han mencionado la posibilidad de inscribir a precandidatos testimoniales para poder hacer uso de dichos tiempos en televisión y radio. Esta simulación podría ser vista con malos ojos por el electorado, y ni a Beltrones ni a Ebrard les hubiese convenido desgastar su imagen al jugar este papel. Sin embargo, la vulnerabilidad de la reglamentación en cuanto a precampañas, abre otra gama de posibilidades para el PRI o el PRD. El artículo 15 del Reglamento de acceso a Radio y Televisión en materia electoral del IFE marca que si un partido no realiza actos de precampaña -en este caso por haber finalizado su proceso de selección interna- los promocionales serán utilizados para la difusión de mensajes genéricos del partido político en cuestión. No obstante, al no existir reglamentación en cuanto a qué es un mensaje genérico, pareciera que lo único que los precandidatos tienen que hacer para no incurrir en actos anticipados de campaña es no pedir el voto ciudadano o de militantes, por ser esto lo que define una precampaña.
Todo parece indicar que éste, y otros vacíos de legalidad existentes en el COFIPE y derivados de la reforma electoral de 2007, serán el blanco de discusión en los próximos meses. Muchas de estas discusiones resultarán insignificantes; sin embargo, nuevamente serán elementos que contribuirán al conflicto y a la falta de certeza. Mientras tanto, los partidos seguirán buscando formas de darle vuelta a la ley que hace no mucho crearon.
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