Aun cuando en el debate entre los precandidatos del PAN hubo muy poca confrontación de argumentos, no se debe desestimar la importancia de este evento en la elección interna del partido. Este hecho podía considerarse uno de los últimos elementos que modifique las posiciones relativas de los contendientes. Sin embargo, la insípida actuación de los participantes sin duda favorecerá la inmovilidad de los números de las encuestas. Lo anterior beneficia a Josefina Vázquez Mota quien, según la empresa encuestadora Buendía y Laredo, se encuentra arriba en las preferencias de los militantes panistas por 35 puntos porcentuales, y por más de 45 entre militantes activos. Dicha ventaja, aunada a la incapacidad mostrada por sus contrincantes en el debate para reducirla, evidencian que no existiría otra razón para que desde los Pinos se decidiera favorecer a Ernesto Cordero, más que la confianza en que el aparato y el dinero del Estado pueden construir una candidatura competitiva en cinco meses. Sin embargo, dada la brecha en preferencias, se incrementa el riesgo de enfrentar un escenario en el que una victoria de Cordero sea inverosímil y el proceso resulte deslegitimado por completo.
Se trata entonces, no sólo de si el Presidente tiene o no el poder para favorecer a su candidato, además, habrá que ver si en caso de hacerlo, es capaz de evitar una ruptura al interior del partido -dada la falta de legitimidad de un eventual triunfo de Cordero. Más aún cuando, a pesar de contar con el apoyo del Gobierno Federal, el ex Secretario de Hacienda parece no ganar terreno entre militantes panistas.
Por el contrario, Vázquez Mota ya se ubica en una situación ganadora, en la que cada vez de manera más contundente se define como la mejor opción para el PAN. Dado lo anterior, resulta lógico que durante el debate y en declaraciones posteriores a éste, la precandidata haya hecho caso omiso a las provocaciones de Cordero y optado por un discurso de completa unidad con el Presidente.
El desempeño en el debate de todos los precandidatos lleva a pensar que difícilmente podrían cambiar drásticamente las preferencias de los militantes panistas. En este sentido, sólo falta esperar para ver si el PAN optará por su opción más competitiva, o si finalmente predominará la voluntad del Presidente. Con una mala decisión, la elección presidencial podría terminar siendo un asunto de dos partidos.
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