Los tres partidos grandes buscan definir sin conflicto las listas de candidatos para las próximas elecciones federales. Tienen claro que la unión es clave para su desempeño electoral y apuestan a evitar fracturas vía la negociación entre las fuerzas internas. En el PRI, la experiencia fallida del 2006 parece haber dejado huella. Aunque la pugna por espacios es intensa, los priístas ven cercano el regreso al poder y, por el momento, esto es incentivo suficiente para alcanzar acuerdos y evitar el conflicto público. En el PAN se observan reclamos de grupos que se señalan marginados (en voz principal, pero no exclusiva de Espino). No obstante, el mayor reto para el blanquiazul será seleccionar candidatos atractivos para el electorado y no aquellos con mayor fuerza al interior del partido. El que la tiene más difícil es el PRD. En busca de que López Obrador no abandone el barco, las candidaturas perredistas serán definidas por una comisión que integra a chuchos y lopezobradoristas. Sin embargo, esto difícilmente evitará que el respaldo de AMLO a la coalición del PT y Convergencia termine dividiendo al voto de izquierda. En resumen, se perfilan en todos los casos muchas negociaciones acaloradas, designaciones directas y candidaturas de unidad, con pocas elecciones abiertas al estilo primarias.
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