La reciente aprobación de la legislación secundaria en materia político electoral por el Congreso significa que la agenda está libre para dar inicio al proceso de discusión de las leyes secundarias de la reforma energética. La aprobación de las normas reglamentarias definirá su rumbo y alcance. Sin embargo, más allá de sus contenidos es pertinente analizar como la escasez de capital humano en el sector energético es un factor que, a pesar de no atraer muchos reflectores, determinará el éxito y la continuidad de la reforma. El déficit de capital humano en la industria energética va más allá de la escasez de ingenieros petroleros o geofísicos, sino que tiene impactos en el sector eléctrico, en la calidad y autonomía de los órganos reguladores que serán cruciales para determinar los beneficios de la reforma energética.
La falta de capital humano en la industria petrolera en México es un problema ocasionado por contar con una plantilla laboral de edad promedio de 45 años y que no tiene los suficientes cuadros jóvenes que los releven. En los próximos diez años al menos 20 mil trabajadores de confianza de PEMEX se jubilarán y necesitarán que las nuevas generaciones tomen su lugar. El gobierno estima que se necesitarán entre 20 y 25% más expertos en metalurgia, minería, petróleo y geofísica, pero realmente no cuenta con un diagnóstico claro de la magnitud y características del déficit de capital humano. La escasez de talento es evidente cuando recordamos que en 2012 únicamente egresaron 654 estudiantes de ingeniería petrolera y menos del 1% de los estudiantes inscritos en una carrea en el área de ingeniería estudia la carrera de ingeniería petrolera. Además, el número de egresados y el financiamiento del programa de Doctorado del Instituto Mexicano del Petróleo de 2006 a 2011 han disminuido en 60%. Los números tan bajos de estudiantes matriculados en carreras petroleras se debe a que la única opción para trabajar era PEMEX, la naturaleza monopsónica de la empresa hacía que ingresar a la industria petrolera fuera poco atractiva. A partir de la reforma energética, la entrada de empresas privadas al sector ocasionará que PEMEX pierda ese carácter exclusivo abriendo el abanico de alternativas de trabajo y especialización de los jóvenes. Por lo que el reto a futuro está en que las instituciones de educación superior puedan adaptarse a este nuevo escenario y desarrollen programas educativos de calidad que doten a los jóvenes con las competencias demandadas por las empresas privadas y no solo por PEMEX.
Los retos de capital humano no sólo impactan al sector petrolero sino que son obstáculos generalizados en todo el sector energético, incluyendo al sector eléctrico. La legislación ha indicado que en la separación vertical del sistema, la CFE deberá entregar la administración de la red de transmisión y las redes de distribución al Centro Nacional de Control de Energía (CENACE). Una de las principales preocupaciones sobre el funcionamiento del CENACE es si podrá garantizar el acceso no discriminatorio de la red de transmisión considerando que los técnicos que operen la red de transmisión –una vez que entre en operaciones—anteriormente trabajaban para la CFE. El motivo principal por lo que serán los técnicos de CFE quienes en el futuro operarán la red bajo el CENACE es por la ausencia de cuadros en el país con las competencias necesarias para llevarlo a cabo. En este mismo sentido, la falta de talento y gente calificada para formar parte de los nuevos órganos reguladores como la Comisión Nacional de Hidrocarburos y la Comisión Reguladora de Energía pone en duda su capacidad de llevar a cabo tareas cruciales y sumamente especializadas que van desde los procesos de licitación, la administración de contratos de exploración y extracción, asignación de ganadores y la supervisión del sector.
Los cambios constitucionales servirán de poco si no hay quien opere la apertura del sector y si no existe una estrategia para generar los cuadros necesarios que den continuidad a la reforma. Una de las maneras más importantes para crear este nuevo acervo de capital humano- a largo plazo- dependerá en gran parte de la coordinación entre las universidades y las empresas, especialmente en aquellos sectores que antes no figuraban en el panorama energético mexicano como aguas profundas o shale gas. En este sentido, las universidades deberán de conocer las necesidades y características de las industrias para adaptar sus programas y lograr que sus egresados cuenten con las competencias que estas empresas estarán buscando (como el conocimiento de mapeo y perforación en aguas profundas), de otro modo la reforma carecerá del capital humano suficiente para verdaderamente transformar el sector energético de nuestro país.
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