Después de que se han dado a conocer públicamente grabaciones de gobernadores del PRI operando en torno a los procesos electorales que se desarrollan en su estado surge la pregunta sobre cuál es la estrategia del PAN al difundirlas. Y es que si bien los audios muestran la forma en que éstos manejan las estructuras administrativas y financieras de sus correspondientes estados para apoyar a los candidatos priístas, su impacto en la intención del voto es incierto. Si para el electorado las grabaciones no muestran nada nuevo las consecuencias en la votación serían mínimas.
Se podría argumentar que la exhibición de las grabaciones forma parte de un procedimiento estándar de campaña donde en la última etapa se prioriza la denigración del adversario con el objetivo de que éste tenga poco margen de maniobra para responder a las descalificaciones. Se podría argumentar también que por el simple hecho de que el PAN contaba con ellas tenía que difundirlas. Teorías más elaboradas afirmarían que la exhibición consiste en enviar la señal al PRI de que se cuenta con información comprometedora de otros miembros del partido con miras a procesos electorales futuros.
Más allá de las intenciones, las consecuencias previsibles de este hecho más bien obligan a inferir una falta de estrategia: hacer públicas grabaciones que no pueden ser utilizadas como evidencia en cualquier denuncia electoral que se presentara ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) o Tribunal Electoral, ya que fueron obtenidas de forma ilegal; poner en una situación de vulnerabilidad al Gobierno Federal, a través del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) al convertirlo en blanco político; reducir la posibilidad de interlocución política con el PRI; dividir a los grupos del PAN al acercarse más en sus prácticas y métodos de defensa a las del perredismo; y al final de cuentas, podría ni siquiera sumar suficientes afectos.
La estrategia del PAN, o bien la falta de ella, no considera un elemento fundamental: la factura que el electorado le ha cobrado por lo que no ha llevado a cabo siendo gobierno. Si el mensaje respecto a la corrupción del PRI eventualmente no rinde frutos al PAN, habrá quedado claro que el único mensaje que podría beneficiarle es el de qué ha logrado siendo gobierno. Para construirlo, desafortunadamente para el PAN, se requerirán más que grabaciones.
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