La apertura del capítulo agrícola del TLCAN, el “gasolinazo”, la entrada en vigor del IETU, la coyuntura económica mundial y –por si no fuera suficiente- los tradicionales efectos de la “cuesta de enero”, anticipaban que el primer mes del año sería muy difícil para el gobierno federal –quizás catastrófico. Hoy, el balance de los daños no parece tan alarmante. No hay señales de que la inflación se haya deteriorado, el tipo de cambio permanece estable y la pérdida en la bolsa de valores ha sido menor a la de otras bolsas en el mundo. En cuanto a los demás indicadores, no se espera que durante enero estos se hayan colapsado sino que simplemente reflejen los efectos propios de una desaceleración económica. Terminó así enero, pero no el ruido político en torno a los temas –TLCAN, inflación, etc.- que sugerían que sería un mes muy complicado.
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