Comprar cigarros en México sigue siendo barato comparado con países, principalmente europeos, que desde hace un par de décadas han emprendido campañas agresivas para desincentivar su consumo por los costos que implica para sus sistemas de salud. El cigarro se grava por IVA y por IEPS. Estos impuestos tienen como finalidad –al menos teóricamente– gravar un producto que causa daño social.
Sin embargo, en el caso de México, las externalidades negativas que genera el consumo de cigarro no son el motor que impulsa al Congreso a aumentar la recaudación por este concepto. El tema es que los ingresos recaudados por IEPS son participables, es decir, tienen como finalidad llenar una bolsa que será repartida entre los estados, a través de las participaciones estatales. Es por ello que cada año se observan álgidas negociaciones al interior del Congreso para aumentar el impuesto al cigarro.
Si bien un aumento en el precio puede funcionar como un mecanismo de disuasión para los consumidores, el cigarro es un producto con una demanda inelástica, es decir, una variación en el precio no altera significativamente los niveles de consumo. Por lo tanto, lo que hoy se observa en el Congreso es simplemente una urgencia por recaudar más por la vía más sencilla y no una política pública para hacer frente al tabaquismo.
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