La visita de la secretaria Hillary Clinton se inscribe en el contexto del debate dentro de Estados Unidos sobre la situación interna de México. En los últimos meses un mensaje ha permeado numerosos artículos, estudios y reportajes: México está en problemas y podría convertirse en un riesgo de seguridad para EE.UU. Ante la presión de muchos grupos e intereses en EE.UU, el gobierno de Obama decidió actuar de manera contundente. Por un lado, la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, anunció un vasto programa de reforzamiento de la seguridad en la frontera del lado estadounidense para apaciguar a los críticos de la derecha. Por el otro, México recibirá funcionarios del más alto nivel, proceso que culminará a mediados de abril con la visita del propio Obama. El mensaje es muy claro: México es asunto prioritario, su estabilidad es clave para la prosperidad de EE.UU. y ese país no cejará en apoyo y esfuerzos para asegurar que las cosas en México resulten bien. Este mensaje ya cobró forma con las visitas, y ahora deberá manifestarse en apoyos concretos, quizá en la forma de un “Plan Mérida” ampliado. Es una oportunidad excepcional para que el gobierno mexicano traduzca la coyuntura en beneficios tangibles para el país.
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