A las consabidas ejecuciones, delitos y noticias sobre seguridad de la semana (arresto de Mariano Herrán, la apología del “pozolero” y el ciudadano francés lesionado en un asalto en la zona del aeropuerto) se sumó la aparición del “ Comando Ciudadano por Juárez”. Este grupo convocó a los ciudadanos de Cd. Juárez a formar un grupo armado para asesinar cada 24 horas a un delincuente buscando recuperar la paz y tranquilidad de los habitantes de esa ciudad fronteriza. El surgimiento de grupos paramilitares, que se presentan como alternativas para suplir al Estado en acciones de combate al crimen organizado, es un síntoma del agravamiento del conflicto de seguridad en el país y de la creciente percepción de un Estado rebasado en sus funciones. En México no hemos llegado al extremo de presentar las características de un estado fallido, pero los casos aislados de pérdida de control territorial y de ineficacia en la prestación de servicios fundamentales como seguridad y protección de la vida, comienzan a conformar un archipiélago inquietante. Sobre todo, preocupa la aparición de un grupo más que disputa un elemento fundamental del Estado: la legitimidad en el uso de la violencia.
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