Los periodos extraordinarios legislativos: ¿para qué?

Presidencia

Una de las cosas más difíciles de concretar en este país es poner a trabajar a los plenos del Congreso de la Unión, fuera de los poco menos de siete meses que se reúnen anualmente. De acuerdo con la Constitución, la Comisión Permanente –compuesta por 37 de los 628 congresistas—sesiona durante los recesos de las cámaras, es decir, en un lapso equivalente a 169 días por año. No obstante, la Comisión no está facultada para votar proyectos de ley, pero tiene entre sus potestades convocar a periodos extraordinarios, aunque no se especifican los criterios para solicitarlos. En 2013, esto será una realidad: habrá no uno, sino dos periodos extraordinarios de sesiones. A diferencia de los periodos regulares, los extraordinarios son exclusivamente para los temas que se incluyen en la agenda específica. De esta manera, los legisladores de la República “sacrificarán” unos días –incluso podrían ser horas (tampoco es para tanto), como lo fue el primer “periodo” extraordinario en San Lázaro, que tuvo una duración de poco más de 6 horas (sin contar la pausa de un apagón)—, con el propósito de “limpiar” la agenda de pendientes de cara al segundo periodo de labores ordinarias. Más allá del calibre de los dictámenes a discutir, cabe reflexionar acerca de las implicaciones de tener a las cámaras legislativas laborando en pleno verano.
Independientemente de que se podría contemplar estudiar la desaparición de los periodos extraordinarios y, tal vez, plantear un calendario de trabajo ordinario más amplio (si no representase demasiada fatiga, claro), lograr materializarlos suele ser una tarea titánica. En junio de 2011, por ejemplo, a unos meses del ocaso de su gestión, el presidente Calderón solicitó a los legisladores convocar a un periodo extraordinario con el objetivo de sacar cinco reformas: la política, la laboral, la de lavado de dinero, la anticorrupción, y la de asociaciones público-privadas. La petición del mandatario no prosperó y, tal como ocurrió a lo largo de la segunda presidencia panista, la agenda legislativa volvía a estar condicionada por un experimentado filtro político: el senador Manlio Fabio Beltrones. Calderón tuvo cierta revancha en los últimos meses de su sexenio con el sorpresivo uso de la iniciativa preferente (hoy en desuso), aunque parte de ese éxito se debió a la operación política del entonces presidente electo Peña Nieto. El líder de la bancada priista en la cámara baja fue capaz de capear el temporal, no sólo sacando el mejor partido a las agonizantes propuestas calderonistas –la reforma laboral y la Ley de Contabilidad Gubernamental—, sino introduciendo la agenda de Enrique Peña Nieto, incluso antes de que éste se instalara en Los Pinos. De hecho, dos de las tres iniciativas del entonces presidente electo Peña –las reformas al IFAI y la creación de un órgano anticorrupción—, pretenderán ser desahogadas en alrededor de un mes, cuando la Cámara de Diputados celebre su segundo periodo extraordinario de este año.
Por lo pronto, aunque sólo San Lázaro sesionó en el primer periodo, el hecho en sí mismo ya es notable. A pesar de haber excluido o pospuesto algunos temas como la designación de la vacante en el Consejo General del IFE o las reformas al IFAI, no son menores los tres –sí, sólo tres—asuntos tratados: las bases para la legislación procesal única, la ley sobre disciplina financiera de estados y municipios, y la normatividad acerca de los registros públicos inmobiliarios. Idealmente, para agosto, el resto de los pendientes legislativos –dentro o fuera de la calendarización del Pacto por México—deberán quedar saldados. Los ensayos del primer año de la LXII Legislatura están por terminar. A partir del 1 de septiembre, aguarda la discusión de las dos reformas torales del presente sexenio: la energética y la hacendaria. La prueba de fuego para el gobierno federal y, por supuesto, para sus operadores en el Congreso, está muy próxima. Deberán prepararse para “chambear” un poco más que las 6 horas de este 17 de julio (perdón, más los breves minutos que duró el acto inaugural del periodo extraordinario un día antes).

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