Mucho se dice que México es el más afectado por la crisis global; de hecho este asunto se perfila como el tema toral en el cierre de las campañas de este año. Lo que no se dice es el porqué de la profunda afectación. La respuesta es que México vive la consecuencia de su mediano desarrollo y su poca diversificación. La estructura del PIB de México tiene su mayor componente en manufacturas, particularmente las automotrices, y su principal mercado en Estados Unidos. Es claro que la contracción en la demanda manufacturera automotriz en el vecino condiciona fuertemente el crecimiento. El segundo sector manufacturero en el país es el de electrónica, fundamentalmente equipos electrónicos y partes para consumibles. Otra vez, un mercado con una profunda caída en la demanda externa. Los dos principales motores manufactureros de exportación de México están “desvielados”. En contraposición otros países latinoamericanos con mejores registros en la crisis tienen componentes exportadores concentrados en insumos y materias primas (por ejemplo Brasil y Venezuela con el petróleo, y Chile con el cobre). Si se considera que países como China o India siguen expandiéndose y demandando materias primas, es claro que los países competidores enfrentan una demanda menos deprimida. Este argumento no debe servir de justificación. México es una víctima del mercado global, pero también lo es de una falta de pilares internos de desarrollo y de una estrategia de diversificación con área de oportunidad.
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