Cada vez que alguien se cambia de país podemos estar seguros de que está en búsqueda de mejores oportunidades. No es casualidad que el famoso Sueño Americano haya sido parte de una narrativa de personas buscando mejores oportunidades que las que habían tenido en sus países de origen.
Recientemente el Centro Wittgenstein para la Demografía publicó uno de los mapas más reveladores: uno que muestra los flujos migratorios entre países y regiones. Su gran aportación es utilizar una metodología que convierte datos estáticos en flujos migratorios. Pero ¿qué se encontró?
Entre 2005 y 2010, Europa fue la región que más migrantes recibió, mientras que el Sur de Asia fue la mayor expulsora. Entre regiones la mayor migración fue de personas de origen asiático que migraron hacia países con gran riqueza petrolera como lo son Arabia Saudita y los Emiratos Árabes.
En África además de la migración hacia Europa, llamó la atención la movilidad hacia adentro del continente, sobretodo de países como Zimbabwe a otros con mayor estabilidad como Sudáfrica.
En la migración entre países el mayor flujo fue de mexicanos que se fueron a Estados Unidos. Mientras tanto, Malasia y la India aparecen como los únicos que son tanto expulsores como receptores de grandes flujos migratorios.
La migración es el mejor termómetro que tenemos de las ventajas comparativas entre los países. Por esto, no es ninguna sorpresa que los países con mejores condiciones, tanto económicas como de calidad de vida, sean siempre los principales destinos a los que se busca migrar.
En México, toda nuestra atención siempre ha estado en pensar en México como un país expulsor, particularmente de jóvenes, hacia Estados Unidos. Incluso cuando pensamos en México como destino pensamos en nuestro país como lugar de paso. Es decir, personas de otras nacionalidades cuyo destino final es el norte de la frontera.
Sin embargo, mientras nuestra atención está allí, hay otra migración que, si bien cuantitativamente no va a ser tan relevante, es importante ubicarla por el impacto que puede tener. Se trata, principalmente, de personas con altos niveles educativos que por cuestiones políticas o económicas buscan establecerse en México.
En el siglo pasado, llegaron a México republicanos españoles huyendo de la guerra civil. En los setentas llegaron chilenos, argentinos, uruguayos, entre otras nacionalidades, solicitando asilo ante la persecución que sufrían en sus países. Hoy en día, el caso más destacado, de migración con altos niveles de escolaridad son españoles que, ante las altas tasas de desempleo en su país, están viniendo a México.
Los mexicanos nos podemos sentir amenazados o verlo como una oportunidad. La Encuesta Nacional de Competencias Profesionales 2014 llevada a cabo por CIDAC, mostró que el 26 por cierto de las empresas que se encuestaron en todo el país se quedaron con vacantes por falta de competencias en los entrevistados. Así, quizás la mejor forma de ver la llegada de talento sea abriéndonos a la diversidad, al capital humano pero, sobretodo, a la competencia. Una competencia que nos puede motivar a ser mejores.
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