¿Si el conflicto político de Oaxaca hubiera ocurrido hace 40 años, cómo lo habría encarado el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz? El primer mandatario le ordena al Ejército que rodee la plaza central. En las azoteas de varios edificios un batallón paramilitar, también enviado por el Presidente, dispara sobre los miembros del plantón y la tropa uniformada. Manifestantes desarmados caen presa del fuego cruzado. Las balas no distinguen bandos ni edades. Hay docenas de muertos pero la prensa del día siguiente sólo da cuenta de “un incidente contra el Ejército”. Nadie sabe con exactitud el número de víctimas fatales. El noticiero nocturno de la televisión reporta como nota principal, las actividades públicas del señorpresidente.
¿Y si la APPO y los maestros hubieran organizado su plantón durante el sexenio de Echeverría? Un comando paramilitar conocido como “los halcones del istmo” llega a golpear a los ocupantes del plantón. Un grupo de fieles que salía de la misa en Catedral es confundido por los paramilitares y varios feligreses también son machacados con toletes. En medio de la refriega se escuchan disparos. Varios cuerpos quedan tendidos en la alameda. Un diario de circulación nacional reporta con detalle los acontecimientos. Al día siguiente, el gobierno le suspende el suministro de papel al periódico y la Secretaría de Hacienda le inicia una auditoría fiscal. El Presidente declara: “México no vive ni en la anarquía ni en el fascismo, sino todo lo contrario”.
¿Cómo hubiera reaccionado López Portillo ante la crisis oaxaqueña? Primer paso pide un préstamo a un banco extranjero. Con los dólares frescos crea un fideicomiso para el “desarrollo de las comunidades oaxaqueñas”. Los fondos del fideicomiso acaban en las cuentas personales de un puñado de líderes locales. Como los precios del petróleo están por las nubes, el dinero le permite aumentar al 100% los salarios de todos los maestros del estado. La paz social perdura, mientras se administra la abundancia. ¿Y Miguel de la Madrid? El Presidente se esconde los primeros días de la crisis y luego visita la zona ocupada desde un helicóptero. El problema no empeora ni se resuelve, pero un terremoto en la Ciudad de México entierra el conflicto oaxaqueño.
¿Salinas de Gortari? Desde Los Pinos se ordena la renuncia del gobernador oaxaqueño. El PRI local se revela en contra de la dimisión del mandatario, pero los inconformes terminan por acatar la voluntad presidencial. La APPO se transforma en un Comité de Solidaridad. Los dirigentes del movimiento que no son cooptados son víctimas de represión selectiva. Las páginas interiores reportan que uno de los líderes disidentes fue asesinado cuando llegaba a su casa. No se sabe más del asunto.
Ernesto Zedillo exige la renuncia del gobernador. El PRI local se revela en contra de la decisión y el Presidente se echa para atrás. El gobernador permanece en su puesto. Pasan los meses y el Consejo General de Huelga Oaxaqueño se niega a entregar las instalaciones de la plaza principal. Una madrugada, la PFP entra al campus oaxaqueño y recupera el espacio público que fue privatizado por el CGHO. El operativo policial es impecable: no hubo muertos ni heridos y sólo uno que otro despeinado. La fuerza pública logra imponer el orden sin violar los derechos humanos.
¿Y Fox? Primero aplica la estrategia del “y yo ¿por qué?” El Presidente evade la responsabilidad con el pretexto de que es “un problema local”. Una mañana el “problema local” entra al Distrito Federal marchando por avenida Zaragoza y se instala en plantón permanente frente al Senado de la República. La negociación política no avanza, el gobernador no renuncia y el gobierno no quiere usar la fuerza pública. En tanto Oaxaca se pudre.
En el pasado se usaba la fuerza pública con brutalidad impune. Hoy un gobierno democrático no confía en que sus cuerpos de seguridad puedan recuperar el orden, sin provocar una tragedia mayor. Pasamos de la impunidad de las fuerzas del Estado, a la impunidad de una asamblea de particulares. Ni en el autoritarismo ni en la democracia hemos logrado construir un país de leyes.
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