El Pacto por México: qué NO es, y qué SÍ es

Peña Nieto

Muchas expectativas y críticas giran en torno al Pacto por México –que contiene 95 asuntos de política pública- presentado por el presidente Enrique Peña Nieto el pasado 2 de diciembre, y firmado por los dirigentes nacionales del PAN, el PRI y el PRD (aunque, en el caso del perredista Jesús Zambrano, sin el consentimiento oficial del Consejo Nacional de su partido). Coexisten quienes consideran que el Pacto abre la oportunidad de unidad sin cancelar diferencias o el ejercicio de contrapeso por parte de los partidos (dicho por el panista Gustavo Madero), hasta quienes creen que el Pacto “consiste en cooptar a todos y borrar a la oposición” (señalado por López Obrador). Ante esto es necesario puntualizar su utilidad y objetivo.
¿Para qué NO sirve el Pacto?
El Pacto, que tiene el objetivo inicial de construir mayorías y la consolidación de prácticas legislativas, deja de lado los cómos para lograr dichos objetivos. En segundo lugar, el Pacto no plantea un panorama innovador en cuestión temática. En sí, contiene puntos que ya se encontraban en marcha por parte del anterior gobierno panista, otros que han promovido otros partidos políticos, y otros que por su simple naturaleza son deseables para toda fuerza política en el país. En términos de contenido, no compromete ni obliga al PAN y al PRD a abogar por una agenda que afecte sus bases. En tercer lugar, el Pacto no habla sobre cuáles serán las prioridades de gobierno –aunque parece será el impulso de las reformas energética, fiscal y de seguridad social. Finalmente, el Pacto hay que entenderlo dentro del contexto histórico mexicano: un contexto con una frustración social, un serio problema de seguridad pública e irrisible crecimiento económico, pero no hay masas en las calles ni una irrupción de violencia entre civiles. Por lo tanto, la comparación con pactos como el Pacto de la Moncloa que hicieran medios como el diario español “El País” resulta un tanto desproporcionada.
¿Para qué SI sirve el pacto?
Pese a que se ha señalado que el Pacto se queda corto en cuanto al número de problemas sociales que atiende, es necesario entender los objetivos de fondo y de forma que sí logra. En primer lugar, consolida la percepción de que podemos estar ante un punto de inflexión histórico nacional, al pasar de un país que no crece por la falta de acuerdos políticos, a un país donde los actores pueden negociar, acordar y hacer coaliciones en beneficio del país. En segundo lugar, a sólo un día de transcurrido su gobierno, el presidente Peña logró posicionarse como un político con oficio y eficaz en la formación de acuerdos. Al respecto, el mismo Pacto señala rasgos del gobierno entrante, un gobierno donde el espectro ideológico es secundario y la prioridad es el pragmatismo político. El objetivo último, entonces, es muy claro: no volver a perder el Poder Ejecutivo. En tercer lugar, el Pacto marca el inicio del contraste con el gobierno de Felipe Calderón. El mensaje directo es simple: lejos quedaron los tiempos donde en México había falta de acuerdos y un gobierno ineficaz y, hasta cierto punto, frívolo. En cuarto lugar, pese a que el contenido del pacto es muy general y no contiene una reglamentación que marque obligatoriedad a la cooperación, éste eleva los costos de no llegar a acuerdos en el futuro para el PAN y el PRD. Sin embargo, en temas sensibles como la Reforma Energética se entiende que cada partido tomará su postura. La disensión partidista seguirá siendo la regla. En suma, veremos si las buenas intenciones se acaban traduciendo en acciones concretas. Esperemos no volvernos a decepcionar con estas historias…
La verdadera importancia del Pacto es el hecho de que Peña pudo reunir a las tres fuerzas políticas principales y sumarlas, así fuese con base en generalidades, en torno a un propósito común. Luego de décadas de polarización, el valor simbólico del Pacto es imponente. Es evidente que el objetivo ulterior era marcar un antes y un después. Eso lo logró de sobra. Ahora habrá que ver que se logren los buenos propósitos que ahí se consagran. También habrá que esperar a ver los costos que implica para cada una de las tres fuerzas políticas el hecho de arriesgar aparecer en la foto sin un ancla sólida que les garantice el éxito de su apuesta.

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