De la toma de Reforma hace cinco años a la propuesta de la república amorosa, Andrés Manuel López Obrador ha virado hacia un discurso de centro para atraer nuevos electores. La estrategia, como tal, no es novedosa en tanto que hizo lo mismo en el periodo preelectoral de la campaña presidencial de 2006. Lo sorpresivo es que parece estar surtiendo efecto en la cantidad de puntos negativos que ha remontado en estos meses. Este fenómeno podría explicarse, en parte, por el acercamiento a actores del sector empresarial, la base que ha construido bajo el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y el canal pseudo-institucional que utilizó para su selección como candidato único de la izquierda. La siguiente prueba será sin duda la forma en que se involucre en la determinación del candidato del PRD a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
De enero a noviembre de este año López Obrador ha remontado 8 puntos negativos y ha alcanzado un nivel de reconocimiento de más del 90% nacional según Consulta Mitofsky. En su esfuerzo por atraer votantes de centro resultaría contraproducente que intentara imponer a un personaje afín a la candidatura del PRD en el DF. Su riesgo reside en que acciones como esa podrían afectar su fortaleza electoral. Pese a ser la primera fuerza electoral en la ciudad -y ante la amenaza de la fortaleza electoral del PRI bajo la figura de Beatriz Paredes- la gran pregunta es si López Obrador privilegiará su candidatura a la presidencia o si buscará mantener un control integral de su partido y de la izquierda, procesos que bien podrían probar ser contradictorios.
Por tanto, paradójicamente, en las manos de Marcelo Ebrard y no de López Obrador está parte del futuro de la izquierda para las contiendas electorales de 2012. Al respecto, aún cuando Alejandra Barrales sigue teniendo una ventaja en las encuestas sobre los allegados a Ebrard, Miguel Ángel Mancera aparece como el candidato que más contrarresta la figura de Beatriz Paredes -por arriba de Carlos Navarrete y Mario Delgado- de acuerdo a los resultados de la última encuesta de Demotecnia. Claramente, después de la rotunda derrota en Michoacán, López Obrador, no se puede dar el lujo de perder el DF. Una campaña inconsistente de la izquierda en la ciudad tendría consecuencias desastrosas, además, en la competencia por escaños en el Congreso y en la propia elección presidencial.
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