A lo largo de la última semana se ha dicho que el PRI reacciona frente a las alianzas PAN-PRD –a las que teme en alguna medida– bloqueando la reforma política que fortalecería los bonos del presidente Calderón. Desde luego, el PRI tiene pocos o ningún incentivo para apoyar la agenda del Presidente –sobre todo en un año que se antoja clave para crear inercia hacia una eventual victoria en 2012– pero ésta es sólo parte de la historia.
Incluso usando la estrategia de denominar “contra natura” alianzas que son práctica común de toda la clase política desde hace años, el PRI tuvo que encontrar otro pretexto para bloquear la iniciativa del Presidente, cargando los dados al argumento de que es “autoritaria” o “presidencialista”.
La postura del PRI respecto a la reforma política, en realidad, hubiera sido la misma con o sin alianzas, pero para los priístas hubiera sido menos eficiente. Como están las cosas, puede matar dos pájaros de un tiro: bloquear la agenda del Presidente y debilitar la imagen de su partido, demostrando así su poder en el Congreso y denunciando alianzas que a ellos mismos tanto beneficiaron en el pasado.
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