No obstante la implementación inmediata de cercos sanitarios e inmovilización de aves en granjas del Estado de Guanajuato, la cifra de animales sacrificadas por gripe aviar H7N3 sigue creciendo. A la fecha suman 12 las unidades productivas con presencia del virus. De acuerdo con La Unión Nacional de Avicultores (UNA), la cifra hasta ahora registrada de aves sacrificadas no excede el 0.75% de la producción nacional de huevo. Sin embargo, aun cuando la epidemia está controlada, la aparición de nuevos casos de esta enfermedad plantea retos, particularmente si queremos aprender de los errores del pasado. Si el padecimiento volviera a salirse de control, ¿está preparado el gobierno para una potencial escalada de precios?; ¿cuál sería su papel respecto a una potencial escasez de producto?
Para poner en perspectiva, cada mexicano consume aproximadamente 354 huevos al año, siendo el país con el mayor consumo del mundo. Por lo que, aún cuando la gripe aviar no afecta la salud de los seres humanos, la epidemia en granjas ocurrida en 2012 evidentemente tuvo efectos negativos en el bolsillo de millones de mexicanos. En un mercado protegido por un arancel equivalente al 45%, el sacrificio de más de diez millones de gallinas generó una escandalosa escasez nacional de huevo que elevó los precios en cerca de 60% en tan solo dos meses. Dicho fenómeno ocasionó reacciones emocionales, vale la pena resaltar, de algunos funcionarios que no comprendieron el fenómeno económico, y transmitieron con indignación su decisión de castigar a todos los comerciantes que especularan con el precio del huevo. Si en México el precio del huevo se determina con el libre juego de la oferta y la demanda, ¿por qué hablar de castigo a quien especule? ¿No es acaso la función propia del oferente especular y la acción propia del consumidor aceptar o rechazar el intercambio del producto a determinado precio?
El nerviosismo de las autoridades y su falta de capacidad técnica para comprender e informar asertivamente detonó entonces una espiral de incertidumbre que se convirtió en una oleada de reacciones mediáticas, y una cascada de distractores que evitaron al gobierno enfocarse en una toma decisiones eficiente y expeditas, a fin de resolver las condiciones para que el abasto del huevo se resolviera en el corto plazo. Un mes después de anunciado el primer brote de la enfermedad, finalmente se publicó en diario oficial el cupo temporal de importaciones de huevo exentas de arancel, con lo que se permitió, a manera de válvula de escape, el abasto procedente del exterior y la subsecuente reducción natural de los precios del huevo a niveles competitivos. Es importante resaltar que aquel cupo publicado en agosto 2012 con fecha de vencimiento al 31 de diciembre sigue vigente hasta nuevo aviso de la Secretaría de Economía, la cual hasta ahora no se ha manifestado al respecto.
Ahora bien, sin querer despreciar el carácter positivo de la decisión de liberalizar la importación del huevo por los beneficios en abasto y ajuste gradual de precios, es importante hacer notar que justo ahora es momento de aprovechar la oportunidad para reflexionar sobre los beneficios de adoptar una postura oficial que de permanencia a la eliminación de este y otros aranceles y proporcione certidumbre respecto al rumbo que tendrá la política económica de este sexenio. Sirva la experiencia del 2012 para corregir y avanzar respecto a la responsabilidad y claridad del gobierno para jugar un papel contundente en cuanto a su manera de intervenir en el devenir de los mercados.
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