La semana pasada, los espacios de análisis político se enfocaron en reflexionar sobre las expectativas del primer debate presidencial y del eventual desempeño de sus protagonistas. La Semana Política Electoral de CIDAC no fue la excepción y, una vez ocurrido el evento, es importante analizar si esas expectativas se cumplieron o no. Entonces, aquellos que sí vimos el debate, ¿qué vimos?
Por un lado, Enrique Peña Nieto, en contra de lo esperado dadas algunas pifias previas (por ejemplo, los 3 libros de la FIL de Guadalajara y el decir “no soy la señora de la casa” al justificarse por no conocer los precios de algunos productos básicos), contestó a los ataques de sus adversarios con cierta holgura y tuvo un desempeño, si bien no excelso, mucho mejor que el que ha tenido en foros de discusión no controlados –a los cuales, por cierto, sigue renuente a asistir. No obstante, la estrategia de sus opositores también pudo haber causado esta “salida airosa” del priísta. De entrada, el factor sorpresa estuvo ausente; los ataques contra Peña Nieto versaron sobre los mismos temas de hace meses, para los cuales el candidato ya tiene más que ensayadas sus respuestas. Por otro lado, el debate era la oportunidad tanto para Josefina Vázquez Mota como para Andrés Manuel López Obrador de afianzar un segundo lugar. Tenían que llegar a proponerle algo nuevo al público y demostrarle así que aún tienen posibilidades de contender por el primer lugar. La panista logró un buen equilibrio entre propuestas y ataques a Peña, pero nunca consiguió postular la gran idea que hará “diferente” su gobierno, ni el golpe demoledor que provoque un traspié relevante del mexiquense. Por el contrario, López Obrador fue bastante certero en su ofensiva contra Peña Nieto, pero a costa de sus propuestas –que no son muy distintas a las enarboladas por el perredista desde hace más de 5 años. Finalmente, Gabriel Quadri hizo lo que se esperaba: conquistó a un grupo selecto de electores con sus propuestas y, aunque no realizó ataques frontales contra sus colegas, sí aprovechó la ocasión para criticar las propuestas de López Obrador –con quien no coincide desde antes de ser candidato. Dicho lo anterior, el enigma es por qué optó Peña Nieto por responder a los ataques en lugar de “administrar” su ventaja. La estrategia racional hubiera sido proponer sin caer en confrontaciones. Desde esta perspectiva, lo que se puede decir de sus contrincantes es que lograron que se viera vulnerable, pero no más.
Ahora bien, ¿qué tanto podría incidir la transmisión del debate en las primeras encuestas posteriores al evento? A pesar de las controversias previas con las dos grandes televisoras del país, el debate tuvo 10.4 puntos de rating, es decir, registró alrededor de 3 millones de espectadores. Sin embargo, ello representa tan sólo 3.5% del padrón electoral. Estos datos refuerzan la hipótesis de que, si el debate llega a incidir en las tendencias electorales, será a través de la discusión pos-debate y no tanto por el debate mismo. Cabe recordar que las replicaciones del evento cuentan con mayor potencial de difusión en medios electrónicos e impresos, aunque estarán sujetas a los criterios e interpretaciones de quienes lo editorialicen. Como bien señala José Carreño Carlón, ahora las campañas deberán enfocarse en cómo contarle a los 80 millones de electores que no vieron el debate, cuál fue (supuestamente) el desempeño de su candidato(a). La varianza que se observa en los medios de comunicación en relación con el desempeño de los candidatos en el debate, permite vislumbrar que en el análisis del mismo se entremezclan prejuicios e intereses que se suelen traducirse en observaciones tergiversadas. De esta forma, todos los candidatos han sido declarados ganadores por algún periódico, revista, radiodifusora o televisora. La pregunta aquí es: ¿en verdad es relevante definir un ganador? Ganar un debate no necesariamente se traduce en ganar la elección. Dado lo anterior, lo importante será ver quién se benefició más del mismo, es decir, quién logró atraer a más votantes a su esfera. O, visto de otro modo, quién le está entregando a quién a los votantes indecisos.
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