Mientras en el mundo se debate el papel que deben jugar los gobiernos en los mercados financieros, en México se han aprobado algunas reformas que buscan regular el otorgamiento, uso y cobro de tarjetas de crédito. La discusión sobre si los bancos incurren o no en malas prácticas no es nueva y, al igual que en otras ocasiones, las partes involucradas se ostentan como víctimas: los usuarios se quejan de las altas comisiones y tasas, mientras que los bancos argumentan que el marco legal no les permite –y encarece– concentrar sus operaciones en el otorgamiento de crédito. Si bien es preciso implementar medidas que regulen abusos y malas prácticas, es necesario que éstas consideren cuáles han sido las causas y los incentivos que han provocado la concentración del mercado en unos cuantos bancos y la ausencia de una cultura financiera adecuada en el grueso de la población. El gobierno se enfrenta al doble reto de abaratar los servicios financieros y de que los usuarios, al estar bien informados, tomen mejores decisiones. Buscar lo primero con los medios inadecuados podría generar escasez de créditos –o un mercado negro– mientras que intentar lo segundo, a través de los estados de cuenta que entregan los bancos sería algo poco oportuno –pues los problemas ya se habrían generado. Al igual que en otros temas lo que se necesita es una estrategia integral orientada a aumentar la competencia, la información y sobretodo la cultura financiera de los usuarios.
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