La semana próxima comparecerán ante el Senado los Secretarios de Relaciones Exteriores, Agricultura y Economía. El tema principal a tratar serán los acuerdos comerciales pendientes con algunos países de América del Sur, particularmente, Colombia, Venezuela, Brasil y Perú. Lo más probable es que las comparecencias reproduzcan la pobre discusión que se ha dado entre actores del Gobierno Federal, la industria y los campesinos desde que se anunció el inicio de las negociaciones.
Del lado de las cámaras empresariales, los argumentos contra la firma de nuevos acuerdos comerciales van desde miedos por problemas sanitarios –como la fiebre aftosa en bovinos de Colombia– pasando por prácticas desleales de los competidores extranjeros –sobre todo brasileños– hasta el señalar que la firma de los tratados incrementaría sólo marginalmente el volumen de comercio con estos países. El problema principal ha sido la falta de comunicación para exponer la preocupación principal de la iniciativa privada, el hecho de que si bien los acuerdos comerciales en cuestión impulsarían de forma marginal al sector exportador en el corto plazo, por la falta de políticas industriales orientadas al incremento sistemático de la productividad y la competitividad, en el mediano y largo plazo estos acuerdos no solucionarían los problemas estructurales del sector exportador en México.
En todo tratado de libre comercio existen ganadores y perdedores. El error del Ejecutivo, sin embargo, está en no ofrecer pronósticos reales del impacto de los tratados, evaluaciones del establecimiento de salvaguardas a productos específicos, y soluciones puntuales de restructuración y recapacitación de los desempleados en sectores afectados, pues de otra manera es políticamente inviable que se acepte un “desempleo a corto plazo” sin que parezca un “complot neoliberal”.
Si bien cada Gobierno tiene su propio estilo de negociación, el de este sexenio parece centrarse en dar por hecho el valor de los tratados de libre comercio, suponiendo que los actores entienden las ventajas y desventajas explícitas e implícitas de éstos. El argumento de la diversificación de acceso a mercados para los productos mexicanos tiene mucho sentido, pero debe ganarse el apoyo de la sociedad y acompañar la agenda comercial con una serie de políticas públicas que promuevan el crecimiento en todos los sectores y ofrezcan alternativas a los afectados. De otra forma, las partes seguirán sin escucharse.
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