México enfrenta el mayor reto fiscal en su historia reciente; eso no es noticia. Tampoco lo es el hecho de que la anhelada y urgente reforma fiscal no llega, y que no parece haber disposición política para que algún día se haga realidad. Mientras tanto el FMI levantó la bandera de emergencia: México puede estar en riesgo de suspensión de pagos si no reestructura su política recaudatoria. La sentencia del FMI obedece claramente a los rumores internos que señalan la apertura de la llave del endeudamiento para financiar el gasto público a partir de 2010. Una acción que significaría el final de la disciplina fiscal y abriría la puerta al “crecimiento” financiado por deuda que marcó la estrategia económica de los 70 y 80. El problema de fondo es la incapacidad del gobierno para asegurarse mayores ingresos. La deuda pública pasada se logró solventar con un mercado petrolero en expansión por 20 años, pero hoy esa posibilidad se ha perdido.
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