En la convocatoria emitida por el IFE para renovar consejeros se abre la posibilidad para que organizaciones de la sociedad civil puedan proponer candidatos. Privilegiar la designación de ciudadanos independientes con experiencia probada para responder a los desafíos sobre políticos profesionales o candidatos de los partidos puede ser muy saludable. El IFE necesita con urgencia sacudirse el desprestigio del Consejo pasado, superar las heridas abiertas de la elección del 2006 y convertirse en un verdadero promotor de la democracia en nuestro país. Sin embargo, el temor a la partidización en los nombramientos y a la parcialidad per se en el proceso de selección prevalecen en la opinión pública.
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