Hay proyectos que ponen en evidencia el peor de la gente. La construcción del centro comercial Dragon Mart en Cancún es uno de ellos. Está todo en el aire: podría ser un importante proyecto de desarrollo económico, pero también podría fallar al igual que ejemplos como la Torre Bicentenario, el complejo petroquímico “Fénix” y el segundo aeropuerto de Ciudad de México han demostrado.
Una de las características compartidas por los proyectos antes mencionados es que la información objetiva acerca de ellos – por lo menos, el que los ciudadanos en general pueden acceder a – es escasa. Existe la percepción de que las reglas del juego son ambiguas y casi cualquier persona con dinero puede infringirlas.
Por ejemplo, Dragon Mart está siendo promovido como un “centro de negocios para los expositores, ya sea mexicana o de todo el mundo, en las que pueden ofrecer directamente sus productos a los clientes internacionales”. En virtud de este principio, se estima que el 95% de las mercancías nunca llegaría a Cancún. Sin embargo, la otra versión es que tal proyecto “inundación” México con (más) los productos chinos. Y es un lugar común que estos productos no cumplen con las leyes de comercio internacional debido a la violación de dumping y derechos de autor, entre otros.
El hecho de que México elige centrarse en esta confusión en lugar de iniciar un debate sobre la economía informal, la piratería o la capacidad del Estado para hacer cumplir estas normas a nivel federal, es bastante interesante. Algo similar ocurre con la cuestión de los ciudadanos chinos que viajan a México como resultado de Dragon Mart. Hay algunos que se quejan de que cientos de familias chinas habitarían las 722 casas construidas en torno al proyecto, mientras que Dragon Mart ha desestimado estas acusaciones falsas y trabajadores como único mexicano serían empleados.
¿Cuál sería el problema si la gente que viene a trabajar son chinos o desde cualquier otro lugar del mundo y que cumplan con los procedimientos de migración? Si la preocupación es tener trabajadores chinos ilegales en México esto es ya una realidad y ni la sociedad ni los medios de comunicación están indignados al respecto.
En cuanto al impacto medioambiental, la página web del proyecto afirma su sostenibilidad a lo largo de los paneles solares, una planta de desalinización, etc. También se menciona que cada permiso se ha completado. Sin embargo, las organizaciones de medio ambiente, tales como el contorno del Medio Ambiente Centro de Estudios de Derecho varios argumentos sobre por qué este proyecto no debe ser luz verde, que van desde la destrucción de manglares (y de todo el ecosistema) para la construcción de áreas de conservación. ¿Quién es que se cree? Si sólo las autoridades eran incorruptibles y reglas más claras, no habría menos espacio para opiniones tan diferentes. Corrupción
Dragon Mart es un ambicioso proyecto: en más de 22,952 pies cuadrados que espera para mantener las plantas de fabricación, más de 3.000 empresas, casas, etc. Tiene el potencial para crear puestos de trabajo y la posición de Cancún como un enlace estratégico para el comercio entre América Latina y Asia, mejorar las exportaciones de productos mexicanos, para diversificar el turismo, en beneficio de las pequeñas y medianas empresas mexicanas – que permite el acceso a más y mejores productos – y traer enormes beneficios económicos. Pero falsos debates y formas de hacer las cosas ha llevar a México a subestimar o no ser capaz de tomar ventaja de esta oportunidad.
El proyecto Dragon Mart muestra la falta de reglas claras para invertir en este país y exhibe los problemas que enfrenta cualquier empresa cuando se conduce con los procedimientos de cada uno de los tres niveles de gobierno.
Si México quiere ser una potencia económica debe empezar por dar las inversiones extranjeras una garantía para poder cumplir con las reglas y competir: todo esto en una transparencia informativa dedicada y por funcionarios del gobierno. Si México no lo hace, es una certeza de que alguien más lo hará.
Verónica Baz
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